miércoles, 10 de septiembre de 2008

"HISTORIA Y LEYENDAS SOBRE LA SANTA CRUZ" II

II
LA VISIÓN DEL EMPERADOR CONSTANTINO
 Una Cruz en el cielo, el fin del paganismo
 
No olvidemos jamás que alrededor de la resplandeciente Cruz vista en el mundo astral por Constantino, aparecieron aquellas palabras proféticas que entonces gozoso hiciera pintar en su labarum: "In hoc signo vinces," Con este signo vencerás.

 
Constantino I el Grande (Naissus, 27 de febrero de 272 - Ancycrona 22 de mayo de 337) fue Emperador de los romanos desde su proclamación por sus tropas el 25 de julio de 306, hasta su muerte, y gobernó un Imperio Romano en constante crecimiento hasta su muerte. Legalizador de la religión cristiana por el Edicto de Milán en 313, Constantino es conocido también por haber refundado la ciudad de Bizancio (actual Estambul, en Turquía), llamándola «Nueva Roma» o Constantinopla (Constantini-polis; la ciudad de Constantino). Convocó el Primer Concilio de Nicea en 325, que otorgó legitimidad legal al cristianismo en el Imperio Romano por primera vez. Se considera que esto fue esencial para la expansión de esta religión, y los historiadores, desde Lactancio y Eusebio de Cesarea hasta nuestros días, le presentan como el primer emperador cristiano, si bien fue bautizado cuando ya se encontraba en su lecho de muerte. Su madre lo predispuso a tomar el cristianismo. Su padre aunque era pagano, defendía a los cristianos, viendo que estos -eran fieles servidores y dignos habitantes. 


En la corte de Diocleciano en aquel tiempo cuando todavía la Iglesia no era perseguida había cristianos que ocupaban distintos cargos y Constantino tenia en ellos muchos ejemplos que atestiguaban su honor y lealtad al trabajo. También él vio los horrores de la persecución y la extraordinaria fortaleza de los confesores de Cristo; ello también lo predispuso en su causa. Posteriormente el mismo Constantino reconoció, que su estadía en la corte de Diocleciano contribuyó mucho para su conversión al cristianismo: "Yo me alejaba de los anteriores gobernantes hasta ahora, decía él, pues veía el salvajismo de sus costumbres." Por su carácter él era, activo, belicoso, previsor, perspicaz, allegado a todos y generoso. Constantino era un genio mundial y no en vano fue elegido por la Divina Providencia del Señor para realizar un cambio grandioso en el imperio y en todo el mundo. Durante su reinado el Emperador Constantino luchó en especial contra tres enemigos, y durante ese combate gradualmente, y decididamente se volcó hacia la recepción de la Santa Fe. En el año 308, él con suerte salió de la lucha con el Emperador Maximino Hérculo, y se apuró a expresar su agradecimiento con riquísimas ofrendas en el templo de Apolo. En ello quedó demostrado el rasgo dominante en el carácter de Constantino: a pesar de que todavía seguía siendo pagano, él era una persona religiosa, y el motivo de sus hazañas la dirigía hacia la ayuda del Cielo. Respecto a la visión de Constantino, unas tradiciones dicen que esta visión ocurrió durante una batalla del emperador contra los bárbaros, a orillas del Danubio, y otras que se produjo cuando marchaba contra Majencio, cerca de Roma. Según las primeras se cuenta que el norte del imperio se vio amenazado por una multitud innumerable de bárbaros que se congregó a orillas del Danubio con intención de cruzar el río y conquistar todas las tierras occidentales. Cuando Constantino se enteró, levantó sus campamentos, avanzó con sus ejércitos, llegó hasta el Danubio y colocó en sus orillas estratégicamente a sus soldados. Aquella noche, mientras dormía, un ángel lo despertó y lo invitó a mirar a lo alto. Al levantar sus ojos hacia el cielo Constantino vio suspendida en el espacio una cruz formada por dos rayos luminosos, y sobre ella una inscripción en letras de oro que decía: In hoc signo vinces (en Griego NIKA).



 

Confortado con esta visión, el emperador mandó construir una cruz semejante a la que viera en el cielo, e hizo que un abanderado la llevara, enhiesta, a modo de estandarte o lábaro delante de los soldados; dio orden de ataque y lanzó sus ejércitos contra los enemigos, causando entre éstos muchísimos muertos y obligando a huir a toda prisa al resto de las tropas bárbaras. El labarum o lábaro era el estandarte que desfilaba delante de los antiguos emperadores romanos y que tenía en el extremo superior un águila, como emblema de la soberanía. Era una larga pica con un palo cruzado. Constantino reemplazó el águila con el monograma de Cristo (XP o Crismón), que llevaba la divisa entou ll tónika, que más tarde se interpretó en el sentido de "In hoc signo vinces". A su vez la tríada de iniciales de la visión de Constantino en el "In Hoc Signo", también ha sido interpretado en el sentido de "Iesús Hominum Salvator" (Jesús salvador de los hombres). Al obtener la victoria sobre Majencio, Constantino, triunfante entró a Roma, y aquí en la plaza ordenó poner su estatua con la Cruz en la mano derecha con la siguiente inscripción "Con este símbolo salvador, yo salvé a la ciudad del yugo del tirano." 

Después de esta victoria el Emperador Constantino, junto con su yerno Licinio editó el primer manifiesto, permitiendo a todos profesar el cristianismo sin temor. El segundo manifiesto firmado por él en el año 313, ordenaba la devolución a los cristianos los lugares destinados a los Divinos oficios y todo el patrimonio arrebatado en tiempos de persecución. El Emperador Constantino prestó mucha atención a la agitación provocada en la Iglesia, por el cisma de los donatistas y en especial, por la herejía de Arrio, tratando de todas maneras de unir a los divididos. Uno de los grandes méritos de Constantino fue convocar el primer Concilio Ecuménico en el año 325 en la ciudad de Nicea. El Concilio de Nicea fue definitivo: los Principios Religiosos se revistieron con nuevas vestiduras para iniciar una Nueva Era y así nació el Cristianismo.
 

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